lunes, 2 de agosto de 2010

Un viaje que marcó mi vida

Hace 10 años, a esta misma hora (23:20), yo venía despertando de apenas 3 horas de haber dormido sentado en la "cómoda" butaca del avión que me llevaba a Roma. Dormí gracias a que Rosario me entregó un paracetamol que calmó mi dolor de cabeza y mi desesperación después de 12 horas de viaje. En total fueron 17 largas, pero largas horas en avión para llegar a vivir el Encuentro mundial de Jóvenes, con el Papa Juan Pablo II como anfitrión.

Viajé con una gran intención: vivir a concho el Encuentro, quería entregarme a esos hermosos momentos y postergar el turismo y el conocer aquellas bellas ciudades. Lo cumplí a cabalidad, fueron 12 días de intenso encuentro con el Señor y 25 días de estar con Él en tierras extranjeras.

Recuerdo cada momento de esos días, cada lugar que conocí, cada persona con la que comparti, cada mal rato que pasé y cada alegría que sentí al saberme bendecido y acompañado por el Señor.

Pero lo que más me marcó no fue ni haber estado a centímetros del Papa, ni haber vivido un hermoso Vía Crucis, ni haber cargado la imagen de la Virgen María en una procesión multitudinaria vivida con mucha fe y devoción, no... nada de eso me marcó tanto como haber visto a Cristo en quienes, hasta ese momento, eran simplemente seres humanos.

Encontrarme con Cristo en quienes misionaron conmigo durante tantos años era una labor fácil, pero encontrarlo en la gente de situación económica más que acomodada, me era casi imposible, más que nada por todos los prejuicios que tenía con esa gente. Y fue Rosario, quien en pleno vuelo empezó a remecer mi corazón, en ella también estaba Cristo y yo me negaba a verlo.
En Spoletto y en Tivoli compartí con gente maravillosa, con un grupo de gente bellísimo que me enseñó mucho, que me mostró a un Cristo que yo no había visto. Estudiaban distintas cosas, pero cada uno sentía el llamado a estar ahí, a vivir ese Encuentro personal con el Señor.

Los 3 hermanos se encargaron de levantar el ánimo siempre, el mayor de ello nos hizo perdernos aquella primera noche en Roma, eso nos pasó por confiar en el más alto.
Teníamos a la madre Cecilia que se encargaba de mantener a toda la delegación chilena de Spoletto con un buen pasar.
Nancy, Gaby y Dante eran quienes nos cuidaban y guiaban.
¿Cómo olvidarme de Punto con su wiskiti wiskiti y de Paula con sus chalitas desarmadas y su bebida congelada que nunca se pudo tomar?
Guillermo y Alex ponían la seriedad, y la Fa ponía las risas sin razón de ser.
Los hermanitos Sanz... bueno, parece que estaban ahí, ah sí, Luis también.
Lola y Vivi, nos contagiaron con su fanatismo por la Nutella, la primera en caer fue su amiga Bárbara, la reina del Team.
Vivi, Claudia, Francesca y Tatiana eran el grupo de Construcción Civil que se manejaban muy bien con el idioma inglés, claro, junto a la profe Gaby.
Matías, Maida y Rosario fueron mi centro de atención durante el Encuentro, siempre me dejaron algo que me engrandecía.

Gracias a cada uno de ellos, porque esos días que estuvimos juntos nunca se borrarán de mi mente, menos de mi corazón, marcaron mi vida.



1 comentarios:

Hola Leo como estas?
Maravillosa tu experiancia me encanto.

Cariños para ti

Lisbeth

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