martes, 29 de octubre de 2013

El hombre invisible

Como motociclista hay una cosa que tengo clara y es que cualquier descuido por parte mía o por parte de los otros conductores puede causarme un accidente grave, incluso fatal.
No es que al manejar moto esté buscando la muerte, todo lo contrario, busco disfrutar más la vida al demorarme menos en trasladarme de un lugar a otro, por lo mismo lo hago con un cuidado extremo.

Una de las cosas que aprendí al andar sobre una moto es que soy invisible. Sí, pero no es algo literal, no te creas. Soy invisible para los automovilistas, por lo que siempre debo procurar hacerme visible, mostrarme, mirar el espejo retrovisor de ellos para cerciorarme que me vieron antes de adelantar o de cambiar de pista.

Esa invisibilidad no me ha vuelto ni invencible ni un imbécil (esto último lo podemos discutir), sé muy bien que corro un peligro mayor que los automovilistas, pero por lo mismo tomo mayores precauciones que ellos. De partida no me puedo permitir desconcentrarme ni medio segundo, todos los sentidos deben estar bien atentos a cualquier movimiento del tránsito y de lo algunos peatones imprudentes.

Cada vez que me subo a la moto temo por mi vida y ese temor me ha hecho ser muy prudente, no como algunos otros motociclistas que no respetan la pista que les corresponde, que pasan pegado a mí a gran velocidad y que se meten entre los autos como si fueran intocables. No, yo sé que hasta el menor contacto con un auto me puede mandar lejos, sé que soy invisible para ellos y que aunque yo tengo la preferencia debo hacerme a un lado si él o ella quieren meterse a la mala en algún lugar.

Siempre pensé en que si me encontraba una lámpara mágica le pediría al genio el poder para hacerme invisible, pero ahora que lo soy, aunque sea por media hora, no me gusta tanto.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

martes, 22 de octubre de 2013

¿Resurrección?

Hace rato ya que quieren matar a Colo-Colo y lo peor es que lo hacen justamente quienes llegaron como salvadores de una tremenda crisis económica. Pero a poco andar vimos que de salvadores no tenían nada. Se remató el teatro Monumental y la histórica sede de Cienfuegos. Casi hicieron lo mismo con el estadio Monumental, pero afortunadamente no lo llevaron a cabo.

Blanco & Negro desarticuló todo el trabajo que se venía haciendo en Colo-Colo, se suponía que era para mejorar, pero hoy vemos los frutos de todo eso. Lo único que se logró desde la llegada de esos nefastos empresarios fue un  tetracampeonato logrado por Claudio Borghi junto a una generación de lujo de jugadores formados en casa durante las administraciones anteriores, es decir, de la mano de B&N solamente fracasos en lo deportivo y destrucción de nuestro patrimonio.

Todo esto ha llevado a que por estos días ganar sea casi una anécdota, un milagro, la alineación de los planetas que hicieron que Colo-Colo triunfara por sobre el único equipo en Chile que tiene paternidad sobre el Cacique: Cobreloa. Y se ganó a lo Colo-Colo, con garra, con empuje, con esa fuerza que hace rato no se ve en la cancha y que se la tuvo que inyectar desde la banca un nacido en el club: Héctor Tapia.
Por ahí va el camino, no por llenarnos de figuras de renombre, si no por tener a gente que de verdad quiera a la institución y se la juegue a concho en cada partido. Imagina que en este partido fue tanto lo que se batalló que hasta Felipe Flores se mandó flor de gol en el último minuto. Él le pegó no más, y lo más probable que haya tirado un pase al centro, pero es tan quemado el pobre que hasta eso le salió mal y la pelota se fue dentro del arco.

Señores, una golondrina no hace verano, el que se cambie de técnico, el que se gane un partido, no hará que la cosa mejore, es solo una píldora para aliviar este tremendo dolor de ver como destruyen a tu institución por la cual sufres, ríes, lloras y te alegras.

Qué se vayan todos, pero todos los de Blanco & Negro. Vendan sus acciones, los socios nos haremos cargo.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

martes, 8 de octubre de 2013

Una visita inesperada

Sale todos los días muy temprano a dejar a sus hijos al colegio. Saca su auto rojo y no mira a nadie, solo le importa salir, dejar atrás su pequeño refugio y entregarse a sus deberes cotidianos.
Llega siempre en la tarde-noche, cuando ya sus vecinos y vecinas logran verla pasar. Ella no los mira. Ellos retroceden.

Algo tiene esa mujer que los asusta. Es guapa, pero seria, tanto que llega a dar miedo para quien no la conoce. Se entrega a la risa con facilidad, pero manejando va concentrada, atenta al camino, sin mirar los rostros de sus vecinos, sin dar la posibilidad de que la saluden.

Esa noche algo cambió. Una mujer llegó a su casa para decirle que ella les provocaba miedo a toda la gente del barrio, que nunca habían querido decirle nada, pero que con lo acontecido la semana anterior alguien tenía que enfrentarla.
Atónita, pero con su rostro desafiante escuchó cada palabra que le dijo la señora. Le decían que había atropellado a un perro y que éste había muerto. No podía creerlo, a la velocidad que maneja eso es casi imposible, además se hubiese dado cuenta, pero aquello no ocurrió.
Le dijeron que era mala, soberbia, altanera. Cada palabra abría una hería en ella, cada palabra era una punzada en su corazón.
¿Qué había hecho ella para merecer este trato? Solo quería vivir su vida en paz, por eso no miraba a nadie, por eso no saludaba a nadie.
Lloró amargamente, en parte por el perrito muerto, pero su verdadera pena era esa sensación de hacer las cosas mal.

A los pocos días había una reunión en el barrio, pero no la invitaron. Ella se enteró y hasta preparó una defensa para su caso, estaba segura que le enrrostrarían la muerte del animal. Su corazón se había endurecido para ese momento, llevaba una coraza que sería difícil desarmar para volver a hacerle daño.
Apenas la vieron llegar ella notó que estaban sorprendidos y asustados con sus presencia al punto que no la miraron mucho.

Darían comienzo al tema en tabla. Su coraza se puso más y más dura. "Estimados vecinos y vecinas, los hemos convocado para tratar el tema de la pavimentación de la calle". Se quedó de una pieza,  no podía creerlo, la desarmaron completamente con esas palabras.

Volvió la paz a su corazón, volvieron las ganas de creer en sí misma y en la gente que la rodea, volvieron las ganas de ayudar, de colaborar, de ser parte de su barrio.
Esa noche algo cambió, pasó de ser la más temida del barrio a ser la delegada para ver el tema de la pavimentación. Por fin dejarán de hablar de ella y le pondrán más empeño para conocerla, sin prejuicios de ningún tipo.
Hoy ya no la miran con temor, hoy la abrazan con amor.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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