Desde temprana edad me gustó el fútbol. Recuerdo que jugaba en la calle, en la cancha de tierra que había en el barrio, en los campeonatos a los que me invitaban y significaba despertarse muy temprano el día domingo.
Al estadio también acudo desde que era niño y la cercanía con el Santa Laura así me lo permitía, además que Colo-Colo muchas veces jugó de local ahí antes de tener su propio estadio. Y si no era el Cacique me arrancaba a ver parte del segundo tiempo de cualquier partido que ahí se jugara. Se podía estar tranquilamente en cualquier lugar del estadio.
Pero de repente todo cambió y se convirtió en una locura, en una violenta locura.
Cada vez que miro un partido europeo me maravillo primero con el estadio y después con el público. Estadios llenos aunque el partido fuera entre...