Hace pocos días fui al supermercado, donde no solo compré, sino que también me dediqué a observar el comportamiento de la gente, sobre todo de los que andaban como yo: hombres solitarios.
El hombre en el supermercado es un visitante, un foráneo, un completo desconocido en un país desconocido donde se habla otro idioma. Debo reconocerlo, soy un desastre al momento de las compras, y creo interpretar a muchos varones.
Todos los meses, cuando voy, salgo del local diciendo "el próximo mes hago un listado", y como nunca lo hago al final llego a casa y recuerdo todo lo que se me olvidó comprar.
Ni hablar de las tentaciones, que a diferencia de las tentaciones de las mujeres, son cosas que no sirven para nada, pero que como se ven bonitas, llamativas, las compro igual, al final nunca sé ni para qué sirven, pero ahí están, muy bonitas en la bolsa camino a casa.
Y que pongan promotoras es fatal, ahí sí que nos vamos al abismo mismo, les podríamos comprar hasta toallas higiénicas a esas mujeres, porque más encima todas son bonitas, simpáticas y coquetas, así no se puede comprar tranquilo. Y más encima terminas pagando el doble de lo que pagas por otro producto, de otra marca, que hace lo mismo.
Lo peor es cuando tu mujer te encargó cosas que comprar y llegas con los productos de la promotora, ahí sí que arde troya. Baboso es lo menos que te puede decir y agradece que no te pega, porque bien merecido lo tendrías.
Nos creemos los más cancheros, los más buenos para todo, pero hay que reconocerlo, hasta para hacer las compras dependemos del cariño y compañía de una mujer.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
El hombre en el supermercado es un visitante, un foráneo, un completo desconocido en un país desconocido donde se habla otro idioma. Debo reconocerlo, soy un desastre al momento de las compras, y creo interpretar a muchos varones.
Todos los meses, cuando voy, salgo del local diciendo "el próximo mes hago un listado", y como nunca lo hago al final llego a casa y recuerdo todo lo que se me olvidó comprar.
Ni hablar de las tentaciones, que a diferencia de las tentaciones de las mujeres, son cosas que no sirven para nada, pero que como se ven bonitas, llamativas, las compro igual, al final nunca sé ni para qué sirven, pero ahí están, muy bonitas en la bolsa camino a casa.
Y que pongan promotoras es fatal, ahí sí que nos vamos al abismo mismo, les podríamos comprar hasta toallas higiénicas a esas mujeres, porque más encima todas son bonitas, simpáticas y coquetas, así no se puede comprar tranquilo. Y más encima terminas pagando el doble de lo que pagas por otro producto, de otra marca, que hace lo mismo.
Lo peor es cuando tu mujer te encargó cosas que comprar y llegas con los productos de la promotora, ahí sí que arde troya. Baboso es lo menos que te puede decir y agradece que no te pega, porque bien merecido lo tendrías.
Nos creemos los más cancheros, los más buenos para todo, pero hay que reconocerlo, hasta para hacer las compras dependemos del cariño y compañía de una mujer.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.