lunes, 8 de noviembre de 2021

El amor de mi vida

El primer amor de cada persona siempre llega a llenar la vida, a complementarla, a que cada día sea una nueva maravilla y por lo mismo la llamas "el amor de mi vida". Y en esa etapa de tu vida lo es, no has conocido más, sin duda que esa persona es el amor de tu vida y pase lo que pase habrá sido la primera persona que compartió tu vida y te llenó de alegrías.

Por alguna circunstancia, en la gran mayoría de los seres humanos ocurre que ese primer "amor de mi vida" se va, se aleja, se termina la relación y sufres, no importa quien haya decidido terminar con todo, igual sufres. Es en ese momento que comienzas el duelo y algo que no sabías ni esperabas: el camino para encontrar al gran amor de tu vida.

Y cuando llega ese amor es cuando menos lo esperabas, incluso sientes que la necesitabas antes en tu vida, porque eres tan feliz que no te das cuenta que llegó en el momento preciso, cuando ya has vivido lo suficiente como para entregar y recibir amor sin trancas, sin caretas, sin ataduras. Ya te equivocaste lo suficiente como para haber aprendido y entregarte a plenitud.

El amor de mi vida llegó a mis 42 años, después de un largo recorrido, después de haber aprendido, después de haber llorado y haber reído.
Llegó cuando ya mis dos hijos han crecido para recibirla a ella con tanto amor y cariño como la recibí yo. Y es que ella no llegó sola pues también había dado un recorrido por la vida que le dejó un hijo adolescente y un bebé para que fuera mi hijo también. Imagínate, no solo recibí el regalo de tener una mujer maravillosa a mi lado, también recibí el regalo de un nuevo hijo.

Van dos años de relación, dos años de aprendizaje, de alegrías, de algunas tristezas. También han aparecido las discusiones, pero ya no son las cosas que me enojaban hace 20 años o hace 10, no, ya el recorrido hace que todo sea más simple. El amor me hizo tolerable, y de seguro a ti también te pasa que miras hacia atrás y te das cuenta que esas cosas que antes te molestaban ahora las pasas por alto. Eso pasa cuando encuentras al amor de tu vida.

Y entonces cuando ya te sientes pleno, completo, realizado, el amor de tu vida te da otro regalo, una sorpresa que hace que el amor que sientes no quepa en tu corazón: un nuevo hijo o hija.
Sí, la vida se abre camino y cuando hay amor ese camino se pavimenta para recibir a un nuevo ser.

Nunca es tarde para el amor, nunca es tarde para empezar y aunque sientes que mueres cuando terminas una relación no intentes cerrar esa puerta, porque el amor llegará, la derribará y terminará por conquistarte para siempre.
El pasado ya fue, ya aprendiste, ya pasaron a ser un bonito recuerdo, pero siempre lo que viene será mejor, verás que sí.

Solo 3 palabras me quedan por decir:

TE AMO ROSSY




lunes, 19 de agosto de 2019

¿Qué es la humildad?

La humildad está definida como una virtud humana que consiste en tener conciencia de las propias limitaciones y debilidades, y por tanto obra en consecuencia a ello.
Aquél que se reconoce tal cual es y asume que alguien puede ser mejor en algo, más talentoso que él o ella, o más fuerte para realizar ciertas actividades está siendo consciente de sí mismo, eso es humildad y a la vez va de la mano de la modestia al hacerse el más pequeño de entre todos.

Si bien es cierto la modestia se asocia a la humildad son cosas distintas, son cualidades diferentes del ser humano.
Se puede ser humilde sin ser modesto.

Reconocer las propias cualidades y talentos y destacarlos generalmente es mal visto por la sociedad, al menos en Chile, donde de inmediato te tratan de que no tienes humildad e intentan que no sigas creciendo en esa habilidad, talento o conocimiento que tienes.

Soy uno de esos personajes que se reconoce y se valora, de esos que son capaces de decir "soy inteligente y bueno en lo que hago" sin miedo a que me cataloguen (malamente) de falto de humildad.
Al contrario, soy muy humilde al reconocer que me falta mucho que aprender y mejorar en las cosas que hago o que quiero hacer, como por ejemplo: patinar (aún no sé frenar y me caigo mucho), cocinar (los queques y bizcochos sigue siendo materia pendiente), trabajos con materiales de desecho (siempre queda mucho por hacer), etc.

Pero el que me quede por aprender no quiere decir que no pueda reconocer que cuando hago algo lo hago bien.
Si me reconozco inteligente es porque me siento inteligente, no soy el MÁS inteligente del mundo.
Si destaco mis preparaciones en la cocina es porque sé que me salieron bien y no porque me crea el mejor cocinero del mundo.

Hubo un tiempo en que las hacía todas en una cancha de fútbol, pero hoy reconozco que solo juego, jamás diría que soy el mejor, solo juego.

Y así con muchas cosas.
Que nadie te mire en menos ni que te desprecien por autodestacarte en lo que sabes hacer.
Sé humilde y sigue mejorando, pero no dejes de valorarte, porque eso te hará crecer más.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

martes, 23 de octubre de 2018

El bibliotecario

Imagen: Angga Renaldo Sikas
Hace 15 años comencé en este mundillo de las Bibliotecas, tenía apenas 26 años de edad, todo un joven que había pasado sin penas ni glorias por la universidad. Aún no tenía hijos ni esposa.

De libros yo conocía las tapas, las historias, los autores, porque me gusta leer, pero de ahí a darle un orden especial en una estantería había una gran distancia. Pero aprendí a hacerlo, aprendí que cuando son  muchos libros no nos sirve ordenarlos ni por colores ni por tamaños.

Todo este tiempo he atendido público, alumnos de universidad, de esos que salen de cuarto medio y vienen pegado con el "tío" para dirigirse a los que son mayores. Ya sí, siempre fui mayor que ellos, pero no digamos que una brutalidad, tenía menos de 30 años y ya me estaban diciendo "tío".
Fue ahí cuando decidí que solo mis sobrinos debían decirme así y como aún no nacían entonces todo el resto o me trataba por mi nombre o me decía "señor", pero nada de emparentarme siendo yo tan joven.

Pasaron los años, nacieron mis sobrinos, nacieron mis hijos, mi cabeza y cara se poblaron de canas, pero sigo tan joven como antes, así que aunque los nuevos estudiantes puedan ser hijos míos no lo son, ni tampoco son sobrinos, por lo que apenas me dicen "tío" les mando mi mejor mirada con rayos láser saliendo de mis ojos, y deben quemarles porque de inmediato se ponen serios y me dicen "perdón".

Lo que no sé es como hablan de mí entre ellos. Seamos honestos, todos los que pasamos por el colegio y/o universidad, le pusimos apodos a los profesores y a los funcionarios, sobre todo cuando no sabíamos sus nombres. El más recurrente siempre ha sido "el viejo de matemáticas", "la vieja del kiosko".
¿Qué dirán de mí? ¿El viejo de la Biblioteca? ¿El cara de loco? ¿El barbón? ¿"El libro se lo pedí al señor canoso de la Biblioteca"?

Siempre será un misterio insondable para mí, algo así como el baño de mujeres o la sala de profesores... Y prefiero que siga siendo así, un completo misterio.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

jueves, 9 de agosto de 2018

Once años

En mayo del 2007 aún me quedaba un mes para que naciera mi primer hijo, estaba casado y trabajaba en una universidad, en la Biblioteca. Era el día 2 cuando Colo Colo empezaba los fatídicos Octavos de final de Copa Libertadores.
Siempre cuando llegamos a esta fase recuerdo esa primera vez en el estadio para esa instancia, Vasco da Gama nos dejaba fuera en el estadio Nacional después de un espectacular empate a 3 goles. Pese a que el año siguiente se ganó la Copa no puedo dejar de ver con un "optimismo negativo" cuando el Cacique disputa esa fase.

Ese 2007 Colo Colo viajó a México para enfrentarse al club América y nos devolvimos con 3 goles en contra. El 2-1 en el Monumental no alcanzó para superar esa etapa. De ahí en más o nos quedábamos en primera fase o simplemente no jugábamos ese torneo.

Fueron 11 años sin entrar en los Octavos de final del torneo más difícil del mundo, 11 años en que celebré 11 cumpleaños de mi hijo, 6 de mi hija, me divorcié, tuve una relación amorosa de 2 meses, otra de casi 4 años, nuevamente estoy sin pareja y recién pude volver a vivir, y desde el mismo estadio, los Octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Antes de jugar el partido yo firmaba y re contra firmaba si alguien me ofrecía que Colo Colo ganara 1-0, incluso llegué a creer los días previos que conseguir un 0-0 sería maravilloso, sobre todo pensando en que el rival juega mejor de visita que en su casa. Pero llegó el día del partido y me pasó lo de siempre, vi a Colo Colo como el mejor equipo del mundo, aquel que levanta copas y al que los rivales le temen. Vi al Cacique goleando en el Monumental y despachando a los brasileños antes de jugar el partido de vuelta. Es que el fútbol tiene esa magia y el que es hincha sabe que su equipo siempre ganará... En su mente.

Dos horas antes del partido fui a comer algo en el centro comercial que está frente al estadio y vi mucha gente con camisetas, incluso se escucharon unos gritos alentando en el patio de comidas. Sí, había llegado el momento esperado, la efervescencia se había instalado en la hinchada.
Ya en el estadio se notaba mucho más. De a poco fue llegando la gente, niños, niñas, mujeres, varones, hijos, abuelas, abuelos, el marido con su mujer, el hombre con la amante, la mujer con su patas negras, los heteros, los homos, los de Derecha, los de Izquierda, los que no creen en la política, los que odian al mundo, en fin, todos estaban invitados a ser parte del regreso de Colo Colo a los Octavos de final.

Cuando faltaban 20 minutos para el comienzo del encuentro el estadio ya estaba lleno y la barra empezaba a cantar. Los gritos bajaban de todos los sectores del estadio para esperar ver el triunfo de Colo Colo. Sí, porque todos los que estábamos ahí y los que estaban pegados a la tele o a la radio esperaban y tenían fe en que ganaríamos. 
El sector Cordillera estaba tapizado en lienzos que no dejaban ver a la gente, pero igual se las ingeniaron para poder mirar algo y no "molestar" a los "angelitos" que tenían esos "hermosos" trozos de tela ahí. Lo único que importaba era Colo Colo y el triunfo.

Cual novia saltó el Cacique a la cancha vestido de blanco entero, elegante, pulcro, listo para la batalla.
El nerviosismo se notó al minuto de juego cuando un tal Pedro se manda un carrerón por el lado derecho del ataque brasileño y casi nos hacen el gol. Pero Paredes se encargó de meter un pase a Lucas que les dio una señal a Corinthians: en casa Papá no se achica.

En pocos minutos Colo Colo tomó el control del balón y comenzó a hacer su juego, a buscar como llegar, primero por la izquierda  con un Damián Pérez inspirado y después por la derecha con un "Torta" Opazo que se comió esa banda.
Paredes y Lucas peleaban todas las pelotas, bajaban a la defensa, cabeceaban en los córners en contra. Baeza y Carmona no dejaban pasar una en el medio campo para que el "Mago" pudiera hacer magia.

Y así fue, Lucas recuperó el balón en terreno propio, se sacó a 3 rivales con un lujo de su pierna derecha, se la da a Esteban quien la devuelve para el "Mago" quien con un toque de los polvos flu hace aparecer el balón al lado derecha del área de los brasileños donde Opazo corrió como poseído por un espíritu, levantó la cabeza y mandó un centro-pase para que Lucas le pegara un derechazo que encontró al buen arquero Cassio bien ubicado, pero que dejó el rebote para que Carmona, quien también había llegado al área rival, con su pierna derecha mandara el balón a ras de suelo hasta la red. GOLAZO.

El estadio estalla, todos se abrazan, da lo mismo si conoces o no al del lado, fueron 11 años de espera y había que celebrarlo.

El 1-0 se mantuvo hasta el final del partido, con un Colo Colo que buscó siempre el segundo gol, con un árbitro que no quiso cobrar 2 penales claros para el Cacique y con un "Mago" que sintió el peso de su retorno a las canchas.
Sí, yo firmaba ese 1-0 antes del partido, pero cuando vi que el arquero de Corinthians las sacó todas me fui con el gusto amargo de que pudo ser un marcador más abultado.

No importa, se dio el primer paso y un cosa me queda clara:

EL SUEÑO SIGUE INTACTO


domingo, 1 de julio de 2018

La muerte y yo

En algunas ocasiones escuché o leí en entrevistas la misma respuesta a esta pregunta: ¿Le temes a la muerte? Y la respuesta era sí.
Personalmente, a mis cuarenta años, puedo decir que no le temo a la muerte, y es que cuando sabes que en algún momento llegará no saco nada con temerle. Comprendo a quienes sí le tienen miedo y no los juzgo, solo digo que para mí no es motivo de temor.

Día a día convivo con la muerte, no la desafío, solo convivo a diario cuando tomo la moto y me muevo por la ciudad. Sé que la exposición es mayor que si fuera en un bus o en una auto común y no tan silvestre, por lo mismo procuro cuidarme y recordar siempre que debo andar a la defensiva y siempre muy atento al camino.

No, definitivamente no le temo a la muerte, la recibiré cuando sea el momento y probablemente lo haré enojado porque si de algo estoy seguro es que NO quiero morir.
A mi gente más cercana les he contado que mi deseo es cumplir 100 años vivo, después de eso podré irme en paz, pero la verdad, pensándolo mucho, no creo que me vaya en paz porque no quiero dejar esta vida.

Actualmente paso un momento muy triste en mi vida y no me gustaría irme de esa forma, no me gustaría irme sin haber podido ver y hablarle por última vez a quien ha sido una mujer trascendental en mi existencia.
Tampoco me gustaría irme porque tengo dos hijos y si bien no vivo en la misma casa con ellos sé que les gusta estar conmigo cada viernes que se quedan a dormir en mi casa. Disfrutamos de conversaciones y juegos y sé que para ellos sería muy doloroso que yo deje de vivir ahora.

Lo más seguro es que yo no esté triste eternamente, esto es como un gran día nublado y de mucha lluvia, después de lo cual saldrá el sol y mi vida será feliz, entonces tampoco querré morir porque estaré feliz y disfrutando mucho.

Como ves si estoy triste no quiero morir y si estoy feliz mucho menos.
Probablemente llegue un momento que estaré tan cansado que ahí querré partir, pero si lo pienso bien prefiero que no, me gustaría seguir durante muchos años en este planeta, aunque sea muy muy muy viejito.

Yo ya le avisé a la muerte que no la quiero cerca de mí, así que te pido un favor, si la ves por ahí dile que ni me mire, aún tengo cosas por hacer.

Muerte, no te temo, pero tampoco te quiero.

martes, 16 de mayo de 2017

"Nunca te voy a dejar de querer..."

Las relaciones entre las personas nunca están exentas de problemas. empleado-jefe; mamá-hijo; papá-hija; vocalista-baterista; marido-mujer; etc.
Cuando esa relación tiene como fundamento el amor esos problemas que se presentan generan una rabia, una amargura, un querer mandar todo a la punta del cerro y no saber nada más de la otra persona. Pero eso dura poco, pueden ser minutos, horas, hasta te puede durar hasta el otro día, porque la situación ocurrió recién y la rabia junto a la pena es lo primero que surge, es una especie de volcán que explota en una gran erupción.
El tiempo logra que todo disminuya y que el calor de la rabia se enfríe. Ahí es cuando recuerdas todos los buenos momentos, lo mucho que amas a esa persona y dejas el orgullo de lado para asumir la responsabilidad en lo que sea que haya sucedido. Eso es lo que me pasa con mi mujer, porque nuestra relación no es un lago cristalino sin olas, todo lo contrario, es más parecido a la noche en que el Titanic se hundió, con la diferencia que siempre tenemos un bote salvavidas para acudir a él y volver a sonreír.

Sé que para muchos comparar este tipo de problemas con lo que me pasó el día domingo no tiene sentido y es hasta absurdo, y te entiendo si eres una de esas personas, pero para mí la relación que tengo con Colo Colo, con ese ente ligado al fútbol (y muchas cosas más), es de puro amor y pasión.
El fin de semana que recién pasó sufrí uno de esos momentos de rabia y pena en que mandé todo a la punta del cerro después del empate que nos dejó ya sin la primera opción de ganar el título del torneo, lo que es peor fue que esa opción quedó en manos del archirival quien con un triunfo, jugando de local, levantaría la copa sin ningún problema.

Es imposible que mi amor por esa camiseta blanca se desmorone por perder un campeonato cuando ya estábamos reservando la vitrina para exhibir la copa.
Es imposible que deje de creer que todavía se puede aunque las opciones son remotas.
Es imposible que crea que perderemos aunque vengamos jugando pésimo.

Creo en ti Colo Colo, creo en que este sábado todo es posible, creo en el triunfo frente al cuadro de Cobresal.
Lo que ocurra en la otra cancha ya es anexo, a mí lo que me importa es que yo sigo amando al Cacique y creyendo siempre en que triunfaremos.

Vamos Colo Colo, nunca hay que bajar los brazos y yo nunca te voy a dejar de querer, nunca.

lunes, 13 de febrero de 2017

Talentos ocultos también en Chile

Hace unas décadas el pastor Martin Luther King encabezó una revolución en Estados Unidos, era la lucha contra la segregación racial de la que eran objetos en ese país por el solo hecho de tener la piel de un color bastante más oscuro que los originarios de ese país.


En la película "Talentos ocultos" (como en muchas otras) uno de los temas de fondo es justamente el drama que vivía la gente de color en la nación del norte por el año 1961. En aquel entonces si en un mismo lugar trabajaba gente de piel clara y gente de piel oscura tenían distintos derechos y distintos lugares en los cuales podían trabajar. Mientras los de piel clara ocupaban los mejores baños, el mejor casino y los mejores trabajos; la gente de color oscuro debía estar en baños de inferior calidad, en oficinas muy lejanas a la entrada, y siempre en los puestos de trabajo con menor relevancia.
En la locomoción colectiva tenían que desplazarse hacia el fondo del autobús donde se destinaban unos pocos asientos para ellos. No podían asistir ni a las mismas escuelas ni a las mismas universidad. Pese a que pagaban los mismos impuestos que la gente de piel clara, no podían optar ni siquiera a los mismos libros en una biblioteca pública, es más, debían entrar por otra puerta.


Pasaron varios años de humillaciones y de abusos contra los descendientes de africanos, incluso muchos murieron solo por el hecho de tener una piel más oscura. Pero finalmente ganaron la batalla y lograron tener los mismos derechos que los otros, es más, uno de ellos fue presidente del país. La verdad es que me alegro por ellos, porque no se merecían tanto odio y desprecio solamente por su color de piel.

Hoy, en pleno 2017, casi 60 años después de lo que se ve en esa película, me asombra y me entristece ver en mi país que cada vez hay más gente que se cree superior por no tener una piel oscura. El racismo ya no es aislado y no me vengan a decir que es por la gran cantidad de extranjeros que hay en el país, porque jamás he visto, ni me he enterado de que a los turistas nórdicos, alemanes o italianos los hayan increpado en el metro o en la micro por estar sentados. Tampoco me vengan a decir que es porque no se nota que sean extranjeros, porque eso es mentira, a los alemanes se les distingue claramente cuando te cruzas con ellos.
Lo que acá está ocurriendo es una rabia extrema contra la gente morena solo por el hecho de que tienen ese color. Hay personas que les hacen el quite casi como si tuvieran una enfermedad contagiosa que los pueda matar.

¿Qué nos pasó? ¿En qué momento dejamos de ser los humildes chilenos que trataban de salir adelante? ¿Por qué de repente hay gente que se cree superior a otro?

¿Viste el vídeo de la mujer insultando a la otra mujer que la atendió en la farmacia? Eso lo hizo solo porque era venezolana y de seguro morenita, no como ella que es descendiente de europeos (seguramente no tiene espejos en la casa para ver su color de piel). Y su marido no lo hace nada de mal, también se siente superior por ser chileno, como si eso fuera la gran cosa.

Es una pena, pero tengo esperanza en que también hay mucha gente que no piensa como ellos y que sí está dispuesto a darle una oportunidad a los extranjeros que vienen a buscar mejor vida en esta tierra. Porque así como dejamos que lleguen los japoneses y norteamericanos con toda su tecnología maravillosa que encandila a todos, también podemos darle la oportunidad a los haitianos, peruanos, colombianos, ecuatorianos y cuantos más que solo quieren trabajar y vivir en paz.

El cambio depende de nosotros y de los valores que inculquemos a nuestros hijos, hijas, sobrinos, vecinas, etc. Porque ni el país donde naces, ni el color de tu piel te hace con más derechos o un mejor ser humano. Ni siquiera el dinero te hace mejor, solo te da más poder adquisitivo.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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