martes, 23 de febrero de 2016

Entre la risa y el llanto

Chile, esa larga y angosta faja de tierra, no es un paraíso terrenal ni mucho menos, es un bonito país, pero con muchos, pero muchos problemas.

Las farmacias se coluden, los empresarios del papel higiénico se coluden, los supermercados se coluden, Sebastián Dávalos gana plata de manera turbia, Jovino Novoa evade impuestos, comete fraude al fisco y ahí está, en su casita disfrutando de sus millones igual que el hijo de la Presidenta. Todo esto da rabia, nos emputece, nos genera impotencia, pero si lo dice un tipo en la Quinta Vergara con un poquito más de chispa no solo nos reímos, sino que falta poco para que lo postulen a Presidente de la República y al Premio Nobel solamente por expresar lo que todos pensamos.

Surge el aplauso, el premio, la glorificación al personaje y las frases como "Se pasó"; "Por fin alguien dice la verdad"; "Grandioso, es lo que Chile necesita".

Pero a la hora de cambiar esas "verdades" por algo que nos guste de verdad, preferimos hacer nada, dejar que todo sigue igual.
He llegado a pensar que la sociedad chilena disfruta con que la clase política actual nos siga metiendo el "guañaño" en el ojo. Claro, es que así tenemos algo de que quejarnos y le damos material a los "humoristas" para que se rían de este extraño fenómeno.

Si hasta eso se le aplaude a los que suben a la Quinta Vergara, hasta la burla a nosotros mismos por ser tan imbéciles, pasivos y conformistas.

Siga no más, siga alabando a alguien que dice las cosas por la pantalla, porque de seguro se quedará con eso no más y no hará nada, pero absolutamente nada, para que políticos como Dávalos y Novoa no sigan aprovechando ese puesto de privilegio que tantos millones le otorgan.

Ya no sé si reír o llorar.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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