jueves, 15 de octubre de 2015

Fútbol: ¿Entretención o Guerra?

Desde temprana edad me gustó el fútbol. Recuerdo que jugaba en la calle, en la cancha de tierra que había en el barrio, en los campeonatos a los que me invitaban y significaba despertarse muy temprano el día domingo.

Al estadio también acudo desde que era niño y la cercanía con el Santa Laura así me lo permitía, además que Colo-Colo muchas veces jugó de local ahí antes de tener su propio estadio. Y si no era el Cacique me arrancaba a ver parte del segundo tiempo de cualquier partido que ahí se jugara. Se podía estar tranquilamente en cualquier lugar del estadio.
Pero de repente todo cambió y se convirtió en una locura, en una violenta locura.

Cada vez que miro un partido europeo me maravillo primero con el estadio y después con el público. Estadios llenos aunque el partido fuera entre equipos de la cola de la tabla, y en donde las barras pueden convivir, estar juntas, sin separaciones de rejas ni con guardias de seguridad.
Es que allá se entiende esto como un juego, donde el fanatismo se lleva en la sangre, pero no se mezcla con la vida misma.

Sí, soy fanático de mis colores, pero eso no significa que todos los que me rodean deben ser iguales a mí, también pueden pensar distinto y ser mis amigos.

He visto con vergüenza y tristeza como en el estadio Monumental, a donde asisto, ser del equipo rival es firmar una sentencia a muerte. Simplemente no se te permite tener otros colores o gritar el gol del contrario, porque eso es como ponerte una X en tu cuerpo para que te lluevan cosas junto con las ofensas.
Con la misma tristeza y vergüenza he leído los comentarios en estos días donde se trata de lo peor al pueblo peruano solo porque unos pocos pifiaron el himno nacional de Chile en Lima. Ahí les brotó todo el nacionalismo (que se pierde a fin de mes cuando se celebra Halloween) y por supuesto volvió la amnesia que les hace olvidar todas las veces que en el estadio Nacional de Chile se pifió el himno peruano.
Entonces como ellos cometieron esa falta de respeto hay que ser más irrespetuosos con ellos. Hay que rayarles el baño y escribir mensajes incendiarios en twitter, instagram y cuánto medio de comunicación se les ocurra. Y claro, por supuesto que hay que abanderarse y avalar estas prácticas que hace algunos años nos parecían terribles cuando éramos nosotros las víctimas.

¿Esa es la sociedad que queremos?
¿Eso queremos para el fútbol? ¿Que deje de ser un juego y se transforme en una guerra?
¿Quieres combatir el odio con más odio?

No cuentes conmigo para eso, ni conmigo, ni con mis hijos, porque a ellos les enseñaré a amar el deporte y a las personas que lo practican, sean del mismo equipo o rivales.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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