martes, 3 de diciembre de 2013

Navidad en Chile

Durante el mes de octubre hice un comentario sobre la famosa fiesta de Halloween que se está instalando en nuestro país, entonces fui emplazado por uno de mis contertulios a escribir algo sobre la Navidad, sobre su celebración que es traída desde afuera y no propia de Chile.

Bueno, el origen de la Navidad, como fiesta, es de hace muchos años, de los comienzos del cristianismo, cosa de la que se puede interiorizar en Biblioteca Católica digital. En resumen nos dice que su origen no es para nada nuevo, ni tiene que ver con el Viejo Pascuero, Santa Claus o como quieras llamarlo.
La Navidad es la celebración del nacimiento de la luz para el mundo cristiano, es decir, el nacimiento de Jesús, y eso no tiene doble lectura, es así la fiesta de Navidad.

Fue así también como se instaló en Chile, que fue colonizado por los españoles quienes llegaron con sus costumbres, tradiciones y creencias, donde la Navidad tenía un lugar especial. Y eso ya desde el 1536, así que podemos decir que la fiesta, si bien no es nacida en Chile, es parte de nosotros pues la celebramos desde que nacimos como patria (y antes).

El pesebre, el juntarse en familia, el compartir una cena la noche del 24 de diciembre tiene una historia de siglos en este país, y no es que se deba a nuestra sangre chilena, porque la fiesta no es propia de Chile, sino que es del mundo cristiano y es por eso que se hizo propia de nuestra tierra.

Ahora bien, lo del Viejo Pascuero, el pan de Pascua, el árbol de Navidad con algodones representando la nieve, los villancicos que hablan de la blanca Navidad, el cola de mono y el consumismo extremo en que hemos caído como sociedad tiene su origen más reciente y viene completamente desde el hemisferio norte.

Por eso mi invitación para cada Navidad es a darle sentido, pero no un sentido como el que propone Líder o Falabella con sus cancioncitas tan pegajosas que a la larga te llevan a comprar y comprar.
Es una invitación a vivir en armonía, a llenarte de humildad y acercarte a quien te dañó o a quien tú dañaste y poder llegar a abrazarse fraternalmente. Es una invitación a no dejarse llevar por el consumismo, sino compartir lo que esté a tu alcance, lo que tú tengas ganas, y a la vez, no esperar regalos costosos.
Con mi experiencia me he dado cuenta que si bien la gente mayoritariamente espera regalos comprados, son felices cuando reciben las humildes galletas que les entrego con tremendo cariño, porque detrás de esa fiebre por comprar que viene junto a diciembre también están las ganas de recibir un pequeño remezón que te haga ver la sencillez del nacimiento de esa pequeña-gran luz para el mundo.

¿Me ayudas a vivir una Navidad sencilla y compartida?

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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