martes, 8 de octubre de 2013

Una visita inesperada

Sale todos los días muy temprano a dejar a sus hijos al colegio. Saca su auto rojo y no mira a nadie, solo le importa salir, dejar atrás su pequeño refugio y entregarse a sus deberes cotidianos.
Llega siempre en la tarde-noche, cuando ya sus vecinos y vecinas logran verla pasar. Ella no los mira. Ellos retroceden.

Algo tiene esa mujer que los asusta. Es guapa, pero seria, tanto que llega a dar miedo para quien no la conoce. Se entrega a la risa con facilidad, pero manejando va concentrada, atenta al camino, sin mirar los rostros de sus vecinos, sin dar la posibilidad de que la saluden.

Esa noche algo cambió. Una mujer llegó a su casa para decirle que ella les provocaba miedo a toda la gente del barrio, que nunca habían querido decirle nada, pero que con lo acontecido la semana anterior alguien tenía que enfrentarla.
Atónita, pero con su rostro desafiante escuchó cada palabra que le dijo la señora. Le decían que había atropellado a un perro y que éste había muerto. No podía creerlo, a la velocidad que maneja eso es casi imposible, además se hubiese dado cuenta, pero aquello no ocurrió.
Le dijeron que era mala, soberbia, altanera. Cada palabra abría una hería en ella, cada palabra era una punzada en su corazón.
¿Qué había hecho ella para merecer este trato? Solo quería vivir su vida en paz, por eso no miraba a nadie, por eso no saludaba a nadie.
Lloró amargamente, en parte por el perrito muerto, pero su verdadera pena era esa sensación de hacer las cosas mal.

A los pocos días había una reunión en el barrio, pero no la invitaron. Ella se enteró y hasta preparó una defensa para su caso, estaba segura que le enrrostrarían la muerte del animal. Su corazón se había endurecido para ese momento, llevaba una coraza que sería difícil desarmar para volver a hacerle daño.
Apenas la vieron llegar ella notó que estaban sorprendidos y asustados con sus presencia al punto que no la miraron mucho.

Darían comienzo al tema en tabla. Su coraza se puso más y más dura. "Estimados vecinos y vecinas, los hemos convocado para tratar el tema de la pavimentación de la calle". Se quedó de una pieza,  no podía creerlo, la desarmaron completamente con esas palabras.

Volvió la paz a su corazón, volvieron las ganas de creer en sí misma y en la gente que la rodea, volvieron las ganas de ayudar, de colaborar, de ser parte de su barrio.
Esa noche algo cambió, pasó de ser la más temida del barrio a ser la delegada para ver el tema de la pavimentación. Por fin dejarán de hablar de ella y le pondrán más empeño para conocerla, sin prejuicios de ningún tipo.
Hoy ya no la miran con temor, hoy la abrazan con amor.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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