martes, 17 de julio de 2012

El poder de la mente

Sábado 14 de julio mi pequeña Javiera me despierta temprano, 7:40 de la mañana marcaba el reloj. El sol ya iluminaba un poco la ciudad y yo me puse la tenida deportiva para salir a trotar, no importaba el frío, solo quería estirar las piernas por el cerro San Cristóbal.

A las 8 de la mañana ya estaba en la calle, con mis guantes, shorts, camiseta y polera, listo para comenzar el trote. No sé si la gente que pasaba por mi lado me miraba con cara de "pobrecito, está loco" o de "guau, a mí me gustaría hacer lo mismo que él"... quiero creer lo segundo.

El termómetro no superaba los 5° C., pero ahí estaba yo, camino al cerro, con todo el ánimo y trotando solo... debo reconocer que me sentía un bicho raro.

Desde Belisario Prats con Avenida Francia, hasta la entrada del cerro por Pío Nono, me demoré 20 minutos y al llegar allá noté el cansancio en mi cuerpo, al que se le agregaba un pequeño dolor en mi rodilla izquierda. Quise parar, pero me mentalicé para hacer un pequeño esfuerzo más.
Apenas empecé el ascenso me fui por un costado, sobre la tierra y eso me ayudó a que mi rodilla descansara, se pasó el dolor y pude continuar.

Cuando llegué al sector de la piscina Tupahue llevaba 50 minutos de trote y tenía 3 opciones: detenerme y caminar hacia abajo (cosa que quería); devolverme trotando por el mismo camino a casa (una segunda y tentadora opción), o bajar hacia el sector de Pedro de Valdivia. Adivina cuál elegí.
Claro, como soy gil y porfiado opté por bajar hacia Pedro de Valdivia trotando, o sea, no me detuve en ningún momento. A poco andar me di cuenta que esta opción era la más motivadora, pues pude darme cuenta que yo no era el único que estaba trotando a esa hora, habían muchas más personas haciendo lo mismo que yo, otros iban en bicicleta.

Al llegar a la entrada de Pedro de Valdivia quise detenerme y caminar hacia el metro para irme a casa, pero pensé en que mi idea original era salir y volver trotando a casa, así que me di impulso mental para seguir trotando hacia casa. Para eso tomé la calle en la cual está la entrada al zoológico, así llegaría nuevamente a Pío Nono.

Una hora y 30 minutos llevaba trotando cuando llegué nuevamente a Pío Nono y ahí sí que me dije: "debo parar, no doy más". Tanto era mi cansancio que casi caminaba.
Miré hacia la calle Loreto y vi un semáforo, entonces me dije: "Ya, ahí en el semáforo te detienes". Troté hacia allá y cuando llegué al punto señalado me dije al igual que Forrest Gump: "si ya llegué hasta acá bien puedo llegar hasta Recoleta", y continué con mi trote.

Llegar a mi casa trotando fue pura fuerza de voluntad, mentalidad positiva y metas pequeñas. Así es, porque cada vez que llegué a una meta me ponía otra que estaba un poco más lejos. En total completé 01:58:45 de trote por Santiago y pese a que llegué muy cansado a casa, la sonrisa de la cara no me la quitaba nadie, pues la satisfacción por haber completado el trayecto de más de 15 kilómetros por la ciudad es impagable.

Me volví a demostrar que en las pruebas físicas lo mental es muy importante, eso que logré el día sábado fue determinación, fue querer lograr lo propuesto, y si yo, un flaco de 58 kilos y 1,64 mts. de altura pude, de seguro tú también puedes lograrlo.

¿Te anotas para acompañarme en las mañanas de trote?

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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