miércoles, 25 de julio de 2012

El Pan

Hace varios años atrás un amigo me decía que una de sus comidas favoritas era el pollo con pan... mmmm... aunque ahora que recuerdo él me decía que era por: "trutro pa allá; el otro trutro pa allá y pan pan"... parece que se refería a otra cosa.

Bueno, la cosa es que si de alguna comida me tienen que privar, por favor, que no sea del pan, sobre todo de ese pan que solo acá saben hacer.

El año 2000 tuve la oportunidad de andar por el viejo continente en un viaje de 25 días y comí pan por allá, pero nada comparable a esa marraqueta crujiente que solo se encuentra en la panadería del barrio, porque hay que decirlo, la marraqueta de supermercado es lo más malo que he probado, el único momento que cruje es cuando ha pasado varios días a la interperie, justo el día antes que le salga barba de color azul verdoso.

Pan, maravilloso alimento preparado desde hace cientos, miles de años atrás y masificado en Chile por los españoles que se apoderaron de este país y al cual le traspasaron sus tradiciones y alimentación.
En estos tiempos el pan se ha convertido en el principal alimento de los chilenos y chilenas, no hay mañana que empiece sin pan, y quien así lo hace para conservar la línea ve con ojos de gato hambriento como los demás se comen su tremenda marraqueta, o su buena hallulla, mientras ellos o ellas sonríen frente a sus galletas de salvado o plato de cereales haciendo como que están felices y que poco les importa el famoso pan.

Chile es uno de los mayores consumidores de pan a nivel mundial y es que es inevitable dejar de caer a la tentación de una rica dobladita, un rico pan de anís, una buena tostada de pan de molde, o un tapadito de queso derretido. Jamás despreciaré un buen sandwich de marraqueta o baguette crujiente, ni aunque sea relleno con porotos (por favor, no me someta a esa tortura).

Cierto personaje de la película Ratatouillie dice que el buen pan se puede reconocer sin probarlo, solo con el sonido que hace cuando lo apretas un poco. Y el aroma... uf, para puro tentarse.

Y del pan amasado ni hablar, eso sí que es un manjar, siempre y cuando no sea de esos gordos que no se pueden ni masticar porque no hay boca que se abra tanto. Debe ser no muy grueso e idealmente comido apenas salga del horno con un poco de mantequilla, de esa forma me puedo comer fácilmente 2 o 3 en unos pocos minutos.
En lo personal nunca olvidaré esas 2 ocasiones en que recibí la bendición de comer el pan apenas salió del horno de barro. Una fue en septiembre del 2000 o 2001 cuando junto a mi amigo Rafael Riveros fuimos los encargados de ir a buscar el pan para el desayuno del grupo con el que pasábamos unos días en la localidad de Agua Buena. Llegamos a buscar el pan que recién lo sacaban del horno y la señora va y nos lleva la mantequilla para regalarnos 2 panes que nos devoramos en un abrir y cerrar de ojos.
La otra oportunidad fue cuando Jacque amasó durante una mañana un rico pan en la localidad de Malloco, éramos varios que teníamos que desayunar y gracias a ella y el horno de barro comimos el pan más rico del mundo.

Ya, deja de inmediato esa dieta absurda y ponte a comer un rico pan, porque esos placeres no los puedes dejar pasar.


Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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