jueves, 8 de julio de 2010

Cultura de lo desechable

Esta mañana mi padre me envió un artículo escrito en un blog, es extenso, pero lo leí con mucho gusto, ya que el humor ahí presente y la melancolía expresada, lo hacen fácil de leer. Se llama Desechando lo desechable y pinchando el título lo puedes leer completamente, te lo recomiendo.


Justamente el texto trata sobre la "necesidad" del siglo XXI: cambiarlo todo y cuando digo todo es todo, incluso a las personas.

Extraño el sonido de la zampoña de juguete que avisaba la llegada del afilador de chuchillos.
Extraño cuando mi madre me pedía que le llevara los zapatos al zapatero para ponerle tapilla, incluso yo llevé unas cuantas veces las pelotas de fútbol que se pinchaban.
Extraño esa tele chica, sin antena, que se cambiaba de canal con el alicate y que me hacía imaginar los colores de las imágenes.
Extraño ese pañal de género que me sirvió de "tuto" durante años y me acompañaba a dormir.
Extraño ese osito de peluche que quedaba tuerto y había que coserle el ojo con aguja e hilo.
Extraño la choncha que mi padre me enseñó a fabricar con tan solo una hoja de papel de diario.
Extraño esa caja de zapatos a la que le hacía unos cuantos agujeros y me servía como ratonera para jugar con las bolitas.

Así podría seguir contando todas las cosas que extraño de esa época en que no había necesidad de cambiar la tele cada 2 años o el celular cada 6 meses. Era una época en que se valoraba mucho más lo que se tenía y se guardaba todo, hasta los rollos vacíos del papel higiénico, porque en cualquier momento podía servir.

Tengo 32 años y aún me quedan esas ganas de guardar las cosas porque "el algún momento pueden servir". Soy nostálgico, un romántico, un amante de la vida donde todo vale mucho más de lo que dice el mercado.

Como ser humano tengo defectos y sé que el otro también los tiene, por lo que tampoco cambio a la gente, no son desechables, no se botan como un plástico roto. Es cierto que siempre hay algo mejor que te puede dar la vida, pero yo prefiero lo que tengo, con esos defectos propios de ese ser, con las imperfecciones que trae de fábrica o que aparecieron con los años. Prefiero a esa persona con parches que el modelo de la temporada.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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