lunes, 31 de mayo de 2010

El quirófano y yo.

A lo largo de mi vida (y no hagas shuuuuuuuuuuuuuuuuu, no soy TAN viejo), he estado presente 5 veces presente en un quirófano, la primera vez fue la más obvia: mi nacimiento. Después estuve para que me extirparan las amígdalas (lo que más me quedó en la memoria fue el helado de piña que comí). Tiempo después fue una operación a los testículos de cual puedes leer un poco más en este link.

Cuando ya tenía 15 años me caí jugando a la pelota, consecuencia de eso fue una luxación de codo que me mandó al bisturí para reparar una anomalía que se produjo, fue una terrible noche, estaba desesperado, no podía dormir y estaba lejos de casa.
A mis 30 años, el 19 de Junio, estuve dentro tomando la mano de Jacque para recibir a Gabriel, un gran momento.

En dos días más no estaré dentro del quirófano, pero me encantaría estarlo, me encantaría poder mirar y acariciar la mano de mi hijo mientras le quitan sus amígdalas, me encantaría estar con él toda la semana, regaloneándolo, dándole heladito, jugando con él y durmiendo con él.
Qué terrible es todo esto. Sé que es una operación simple por la que debería estar tranquilo, pero no lo estoy, es mi hijo y me encantaría que no fuera sometido a ninguna cirugía, pero debe hacerse para que viva mejor.
Tengo fe en que todo saldrá bien, pero extrañamente eso no me tranquiliza, eso no me quita la angustia ni tampoco la harán las palabras que me puedan entregar. Es una sensación nueva que no logro controlar... tal vez con los años de ser padre lo logre.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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