miércoles, 31 de marzo de 2010

Domingo de Ramos

Antes de explayarme en el tema debo pedir disculpas por haber dejado de escribir durante tanto tiempo, me están negreando en la pega y se hace más difícil sacar la vuelta, así que tengo que trabajar no más.


El domingo recién pasado se celebró en nuestro país el Domingo de Ramos, en esta fecha se recuerda la entra triunfal de Jesucristo a Jerusalén, mismo lugar donde 4 días después lo apresarían para crucificarlo por ser un revolucionario en esa época. Podría hacer una extensa reflexión sobre esto, pero esta vez quiero tocar otro tema.

Estando en la misa me pude dar cuenta del gran poder de convocatoria que tiene la magia. Sí, leyeron bien, magia, pues eso es lo que buscan todas esas personas que colman cada rincón de la iglesia durante ese día, Por supuesto que no son todos, pues los que vamos domingo a domingo somos movidos por la fe, pero el resto va movido por el "ramito milagroso". Se me ocurre que la gente va por su ramo bendito para que no se le caiga la casa o no se enferme en el año.

Me quedé de pie durante las casi 2 horas que duró la ceremonia, observando todo y a la vez tratando de no distraerme con el comportamiento de la gente, pero fue inevitable. De lo primero que me di cuenta fue de que la gente que no va regularmente a la misa todavía cree que la bendición de Dios no vale si no le llega agua a la persona o a lo que quiera que se le bendiga, una señora casi me bota cuando pasó por el lado mío en busca de las gotitas de agua para su ramo, llegaba a ser irrisorio ver como buscaba desesperadamente que el agua la tocara.
Luego de eso vino lo que pasa todos los años (que aún no me deja de sorprender). Una vez que el agua bendita se depositó en la pila bautismal los más pequeños iban con los ramitos para sumergirlos en el agua, obviamente no lo hacían porque les nacía a ellos, sino que incitados por su madre o abuela (no es machismo, pero los hombres casi no creemos en esas cosas mágicas). Esto se hacía en plena misa. Con el pasar de los minutos se convirtió en un verdadero paseo, no sólo de niños, sino de mujeres adultas que iban con sus ramos (de a 5 tiene más "poder mágico" que de uno) para obtener la "energía sanadora" del agua.

Debo confesar que me dio rabia ver el poco respeto por la celebración, me dio rabia ver como la gente se paraba y se iba en mitad de la misa, total su ramo ya estaba bendito. Me dieron ganas de pararme al frente de todos y decirles que dejaran de hacerlo, pero me contuve o mejor dicho: me contuvieron.
Sí, meditando en la misa el mismo Cristo me hizo ver que el camino no es enojarse, sino educar, mostrar al verdadero Dios, ayudar a que la gente lo conozca y deje de tenerle más fe a un ramito con agua que a Él mismo.
Sin duda que la tarea es ardua, es difícil, cansadora, pero de seguro muy gratificante.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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