miércoles, 13 de mayo de 2009

La historia de un edificio

Se conocieron en circunstancias muy particulares en una triste tarde de Abril. Javiera caminaba cabizbaja, recién su casa se había derrumbado por los fuertes remezones que azotaron la zona donde habitaba. Pablo estaba sacando todo lo útil que había quedado luego del incendio que destruyó su casa cuando la vio venir, se apuró en su tarea y se acercó a ella. Desde ese día comenzaron a caminar juntos.

Casi un año después se decidieron e invirtieron todo lo que tenían en la construcción de un edificio y para hacerlo invitaron a toda la gente que les acompañó en ese tiempo. Fue una fiesta sencilla, pero de aquellas que no se olvidan, que duran toda la noche en la realidad, pero eternamente en la mente.

Ella asumió como cuidadora del edificio y él era el administrador, y por lejos el mayor esfuerzo por llevar el proyecto adelante lo hacía ella, Pablo se había quedado feliz con la primera piedra y no vio la necesidad de seguir esforzándose.

Al poco tiempo Javiera le hizo ver a Pedro que la cosa no estaba funcionando bien, que estaban apareciendo algunas grietas en el edificio y que había que repararlas, cosa que le correspondía a Pedro, pero éste simplemente se molestó por las palabras de ella y no quiso meter mano en la construcción, le decía que estaba todo bien así, que no se preocupara.

A medida que pasaba el tiempo fueron apareciendo más grietas y Javiera trataba de repararlas por su cuenta, pero no funcionaba, no era la labor de ella, era de Pablo y si él no lo hacía nada funcionaría. Pero él, tercamente, le decía que no había nada que arreglar, que así estaba bien, que se podía vivir en ese edificio sin necesidad de esforzarse más. Ella, muy triste, esperaba que así fuera, pero sabía que en realidad nunca se arreglaría si se dejaba de esa forma.

Pasaron los años y Pablo se sentaba en su sofá de la administración sin hacer mucho, se daba unas vueltas al mes por la construcción, miraba las grietas y seguía de largo, siempre se decía a sí mismo “esto hay que mejorarlo”, pero seguía en los dichos solamente.

Todo duró hasta que un remezón echó abajo todo lo que Javiera y Pablo habían construído, el edificio se derrumbó completamente. Él supo de inmediato que el no haber reparado las grietas que ella le hacía ver siempre provocó que todo se derrumbara… ahora no era más que un montón de escombros.

Es probable que los pilares aún estén, esos eran firmes, poderosos y son los que ahora están apoyando a Javiera y Pablo por separado. Ya no están juntos, todo lo que habían construído estaba en el suelo…

Quizás algún día se reencuentren y se decidan a buscar entre los escombros todo lo útil que quedó, porque sin duda que si lo hacen juntos pueden levantar nuevamente este edificio.

“Con fe lo imposible lograr…”

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