viernes, 3 de abril de 2009

Removiendo corazones

Vuelvo de almuerzo y me encuentro con una triste noticia: Felipe Cruzat falleció luego de estar 93 días internado, en los cuales debe haber estado cerca de 80 días esperando la donación de un corazón para poder seguir viviendo. Su papá al momento de enfrentar los medios de comunicación dijo "Creemos que la voluntad de Dios se expresó, y ese era el destino de Felipe".


Me causa más pena la respuesta que el hecho pues siempre estamos "echándole" la culpa a Dios de todo. Es cierto que nos sirve como consuelo muchas veces (pocas veces como motivos de alegría), pero siempre tendemos a creer que Él es el causante de todo. Mi cuñado siempre me dice que es así pues en la Biblia sale escrito así, pero yo creo en un Dios que es amor y en ese amor no concibo que Él haga sufrir al ser humano para solamente "darnos una lección".

El señor Cruzat puede decir que la voluntad de Dios era que falleciera su hijo, pero aquí estoy yo para refutar eso, para ponerme como abogado del "asesino".
Dios nunca quiso que Felipe muriera, Dios quería que el corazón de algún ser humano se conmoviera y se hiciera la donación de un corazón para que pudiera seguir viviendo... nunca llegó ese corazón, nunca latió fuerte el corazón de alguien para que dijera "sí, quiero donar los órganos de mi ser amado que ya partió".

¡Hey, despierta! Esto es culpa tuya, es culpa mía. Dios nos creó libres y por mucho que Él quiera lo mejor para nosotros, también tenemos que poner de nuestra parte. ¿Acaso esperas que se te aparezca y te diga "aquí tienes lo que necesitas"? No, eso no ocurrirá, esto depende de ti, la felicidad depende de ti, el no sufrir depende de lo que tú hagas.
Ponte las pilas, no esperes más. Dios te quiere ayudar, ayúdale tú un poquito.

Felipe ya partió, el Padre ya lo abraza y lo recibe, pero también llora por la tremenda pena que le causa la dureza del corazón del ser humano... por más que nos caemos nos cuesta aprender.

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