jueves, 16 de octubre de 2008

Relato de un triunfazo

Ahí estaba yo, en el centro de la cancha esperando que el árbitro diera por iniciado el partido. Esta nervioso pues veía en las caras de los jugadores de rojo que la cosa iba en serio, se veían concentrados y con ganas. Los de azul se veían tranquilos, pero a la vez un tanto nerviosos, parece que la marea roja que se veía en las graderías los puso un tanto temerosos.


El árbitro por fin tocó el pito (de un color amarillo intenso que daba risa) y yo comencé a moverme sobre el césped de ese estadio. Después supe que se llamaba Estadio Nacional y que los jugadores de rojo representaban a Chile y los de azul a Argentina.

Los chilenos me amaban, corrían como bestias desbocadas tras de mí, hasta que me tomaban con sus pies y no me querían soltar. Era increíble, pero cuando los de azul me tomaban de inmediato llegaba un rojo para arrebatarme de sus pies. Quería a toda costa llevarme al arco rival y hacer el gol, y se escuchaba que la gente quería lo mismo.

Me habían dicho que en la cancha estaría el mejor jugador del mundo, por lo cual yo estaba muy orgulloso de ser parte de ese momento y de que ese jugador me tuviera en sus pies, pero a decir verdad, parece que no vino o si vino no lo noté, a menos que se hayan referido al 17 de los chilenos, porque pasé mucho más tiempo en sus pies que en los de cualquier otro jugador.

Derrepente viajé por el aire hacia el área de los azules, otra vez los chilenos me hacían estar en el área rival, pero ocurrió algo que me dejó preocupado: dos jugadores chocaron sus cabezas y tuvieron que ser sacados en camilla de la cancha. Se fueron del estadio con rumbo desconocido para mí y en su lugar entraron otros. 

Minutos más tarde yo seguía en posesión de los chilenos que atacaban de manera vertiginosa. Estaba en el sector izquierdo de la cancha y rápidamente pasé al derecho. Me tomó el 17 y avanzó muy veloz, dio un pase, y nuevamente volví a sus pies. Luego entró al área y la tocó hacía atrás, donde estaba un flaco, que hizo un movimiento un tanto extraño para golpearme. Toqué la red y escuché la explosión, como una gran bomba, eran todos los chilenos celebrando el tanto, estaban como locos, gritaban, saltaban mientras el arquero de Argentina me tomaba entre sus manos y me mandaba al centro de la cancha.

Y así, con un Chile atacando llegó el momento de mi descanso. Fueron 15 minutos en que pude contemplar los rostros felices de quienes estaban en el estadio.

El comienzo del segundo tiempo no fue distinto ni tranquilo. Siempre los rojos me tenían en sus pies y llegábamos con peligro al arco rival. Varias veces pasé cerca del arco y provocaba el aliento de la gente. Se escuchaban sin parar los cánticos, y también sin parar corrían los jugadores chilenos tras de mí. Llegaban a todas y rara vez se equivocaban cuando me entregaban a otro jugador.
Por su parte los argentinos intentaban tomar el control de mí, pero nunca lo lograron. Por ahí, casi al final pude entrar en el arco chileno, pero en la línea llegó el mejor jugador del mundo (¿era el 17 rojo cierto? para tirarme lejos. Después pasé a centímetros del vértice, pero no quise entrar, no quería ser parte de la tristeza de una nación, sino de una alegría inmensa.

Los rojos deberían haberme metido dentro del pórtico muchas más veces, pero los azules no lo permitieron. Lo bueno es que finalmente ganaron los dueños de casa y celebraron como locos. Creí que habían ganado la Copa del mundo gracias a mí, pero era un partido solamente, pero de esos partidos que se recordarán por muchos y muchos años.

Y me siento orgulloso de haber estado ahí, de haber sido protagonista.

El Balón.

2 comentarios:

Excelente comentario, me Emociono,realmente lograste a cavalidad igual que los jugadores chilenos anoche el objetivo d ela nota , informr y aportar
saludos y viva chile

Que tierno Polo :D

Realmente debe estar orgulloso ese balón, que ayer hizo historia.

Saludos!

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